¿Por qué MILIKI nos hacía sonreír?


Respuesta: por su nombre. O más concretamente por la abundancia de letras “i” de su nombre. Sí, habéis oído bien: la “i”. Esa vocal que pasa desapercibida porque siempre está como de lado y que sin embargo es la pólvora que detona algo tan mágico como es una sonrisa.




Pipiolo, kiwi, increíble, pis, titiritero… todas ellas tienen como factor común la “i”. Y todas ellas, a pesar de sus significados tan distintos, activan el mismo mecanismo para mostrar una sonrisa. Leve en algunos casos, pero sonrisa al fin y al cabo. Todo esto suena extraño, pero es cierto que al vocalizar la finústica vocal, ésta tira con fuerza de nuestros músculos faciales hacia atrás y nos hace sonreír sin poder evitarlo.



Este fenómeno puede entenderse como percepción sinestésica, como una unión de sentidos. La unión que se produce entre la percepción de un estímulo sensorial y una experiencia subjetiva, como con Maluma y Takete. ¿Os acordáis?



¿Por qué Miliki nos hacía sonreír? Ahora la respuesta parece más clara. Miliki, seguro conocedor, aunque fuera intuitivamente, de esta teoría no dudó en explotarla  eligiendo un nombre artístico no con una, ni con dos sino hasta con tres íes. 

Antes de que el payaso más famoso de la televisión  abriese la boca ya estabas con predisposición de reírte a carcajadas. Tan sólo escuchar su nombre y la risa estaba asegurada, por lo que una parte, al menos conceptual, de su fama se la debe a esta delgaducha pero vivaracha vocal.


Porque cuando eres feliz sonríes, ¿pero sabías que también funciona al revés? 






Ana Poyo
Damenáme Naming