¿Qué fue antes, el pueblo o el bar? Esta pregunta, que está siendo investigada por los más prestigiosos baritológos de éste país, suscita múltiples debates entre tercios y unas tapillas.
Y es que si no hay pueblo sin bar, ni bar sin pueblo, tampoco hay bar sin nombre. Y, en algunos casos, menudos nombres. Para muestra un botón. Mastur Bar es el nombre estrella de todos los bares que puedan haber en el mundo y de los que vayan a poner en la luna en un futuro. Fácil de recordar y corto, como debe de ser un buen naiming. Se encuentra en Salinas, en Ecuador, y miedo nos da lo que te puedas encontrar en las paredes de sus baños.
Pero no hay que irse tan lejos. En España también tenemos nuestras joyitas. En Alicante hay un Bar Kito, ¿veis?, no solo nosotros recurrimos al chiste fácil; aunque lo preferimos al Restaurante Potala que encontramos en Barcelona y del cual no sabemos si queremos conocer la carta. Una tasca de Madrid lucha encarnizadamente con el Potala por ser el bar donde mejor sientan las comidas, nos referimos al Tasca Gao. Suponemos que si siguen abiertos, es porque el nombre no les hace justicia.
También hay dueños de bares menos escatológicos y más freak, como por ejemplo el del Bar Veider, de Barcelona y otros más directos como los que regentan los bares de Granada y Madrid: Aonde te dije y El que te dije.
Farmacia de Guardia Bar en Madrid y No Me Toques las Palmas que me Conozco en Valencia son nombres que no sabemos muy bien dónde meterlos, pero que ahí están. Y apostamos que vistos una vez, no se olvidan. Igual que tampoco se pueden olvidar los siguientes: Restaurante Minabo, en Madrid, donde el dueño deja clara ya de entrada cual es la especialidad de la casa, Restaurante El Pollón, en Barcelona, y Loncheria El Chumino, en Albacete. Qué obsesión con la baja anatomía.
Pero no queremos terminar sin mencionar el bar extremeño de Jarandilla de la Vera, en la provincia de Cáceres. El Bar Puta Pario, un establecimiento pionero en esto de poner nombres particulares. Cuenta la leyenda que “Puta Parió” era la frase preferida del primer dueño del local y el que le sucedió adoptó la expresión como rupturista nombre del bar.
María Jesús Rivera Alcalá
Damename Naming