Naming es la disciplina del marketing que se encarga
de poner nombre a las futuras marcas. Ningún nombre de marca está (o no debería
estarlo) elegido al azar, este desempeña un papel muy importante.
Las empresas
pueden prescindir de un logotipo o cambiarlo cuando crean conveniente, pero no
pueden hacer lo mismo con su nombre de marca.
Construir una buena marca cuesta muchos años y
esfuerzo, y permanece tanto como la empresa o el producto. Pero lo más importante,
crea una imagen o percepción en la mente del consumidor que lo puede hacer muy
poderoso. Además, lo distingue de la competencia. Porque la gente no compra
productos, compra marcas. Y la publicidad hace que el consumidor relacione una
serie de valores, con ese nombre de marca.
Así, podemos decir que la marca es la suma de un
nombre y una representación gráfica, que una vez unidas forman lo que se conoce
como logotipo.
Por supuesto, existen un conjunto de reglas básicas
que pueden ayudarte a hacer tu nombre más efectivo:
- - Es importante que sea CORTO
- - Está muy bien que sea DESCRIPTIVO. Que
le de una idea al consumidor de a que se dedica tu empresa.
- - Es primordial que sea RECORDABLE, lo que
dará un mejor posicionamiento en la mente del consumidor.
- - Es fundamental que sea PRONUNCIABLE para
facilitar su entrada en el habla cotidiana.
- - Es esencial que sea EVOCADOR. Que te de
ganas de tenerlo o de usarlo.
- - Es básico que sea ORIGINAL. Que no te
suene a otras cosas.
- - Y es de radical importancia QUE NO EXISTA.
Pero al igual que los 10 mandamientos católicos se
reducen a dos: “Amarás a Dios sobre todas las cosas” y “Amarás al prójimo como
a ti mismo”… Los 7 mandamientos del naming se reducen a uno: “Que se ajuste
como un guante a la actividad de la empresa”. Y esto, amigos, es tan complicado
como gratificante de explorar.